jueves, 8 de enero de 2009

Una de las situaciones típicas de cada año que empieza es este asunto de definir "los propósitos de año nuevo". Para muchos ya es incluso motivo de risa en el sentido de que nadie los cumple. Sin embargo, la idea de hacer un alto en el camino y revisar nuestros hábitos tiene mucho valor. El problema es que las buenas intenciones rara vez coinciden con las realidades. Ya para el 15 o 20 de enero los propósitos quedaron en el olvido hasta enero del siguiente año.
Existe una metodología muy eficaz con la cual el cambio de hábitos puede ser una realidad. Se llama el método Kaizen, que quiere decir mejora contínua. Algo que descubrieron los japoneses es que cuando uno se plantea cambios muy ambiciosos el cuerpo y la mente se sienten amenazados y se prende una alarma en señal de peligro. Esto generalmente se traduce en empezar a buscar pretextos para no hacer el cambio. Sin embargo, cuando una persona empieza a hacer cambios muy pequeños y constantes, de alguna manera el inconsciente empieza a habituarse al cambio y a incorporarlo. Por ejemplo; si una persona quiere empezar a hacer ejercicio, se le recomienda que haga entre 3 y 5 minutos diarios. La idea es hacerlo de manera que sea casi imposible no hacerlo. El caso es que al paso del tiempo puede extender este tiempo a 8 o a 10 minutos. Si a alguna persona de plano le cuesta hacer 3 minutos puede empezar con 1. Aquí la ida es que no importa cuánto se reduzcan las metas el reto es hacerlo y hacerlo y hacerlo. Si una persona quiere tomar menos azucar en su café puede reducir de 3 cucharadas a 2 y luego a una. Pero si en algún momento se atora puede quitar solo un granito cada vez.
Otro elemento que puede ayudar a apuntalar estos cambios es crear una estructura externa que nos apoye. Habemos personas que nos puede costar trabajo hacer ejercicio pero si quedamos con alguien en salir a correr entonces ya no fallamos. Hay quien hace pública su decisión de dejar de fumar para sentirse más comprometido. Ciertamente si decide fumar otra vez lo va a hacer sin importar circunstancia alguna.
Partiendo de estos dos principios estamos haciendo una red en la que cada persona define sus propios objetivos y los publica ante los demás participantes. Su compromiso es observarse y compartir de manera lo más verdadera posible lo que le va pasando. Aquí no aplica esto de quedar bien con los demás. Si una persona se propuso no comer tantos postres y se dió un atracón de pinguinos, lo mejor es que lo comparta como una oportunidad de reflexionar y explorar lo que pasó. Aquí lo interesante no es solo cuántos pinguinos comió sino qué pasó en su interior que lo llevo a estas acciones. Es decir, poder explorar sus estados de conciencia.
Voy a investigar con un computólogo sobre cómo se puede hacer esto de que cada persona pueda compartir sus reflexiones logros y aprendizajes sin que vayan y vengan tantos correos. Cualquier comentario me pueden escribir a pablo_herrera@prodigy.net.mx